Considere esto: Antes de que la comida llegue a su mesa, ésta es producida y manejada por granjeros, cooperativas, fabricantes, distribuidores, comerciantes al por mayor y minoristas. Parte de la comida comestible es descartada por una variedad de razones comerciales en cada parte del proceso. En una ciudad promedio, aproximadamente el 10% de todo el desperdicio sólido es comida. Esto da un increíble total nacional de 46 billones de libras al año por persona, un poco menos de 200 libras por persona al año. Los cálculos indican que sólo se necesitarían 4 mil millones de libras de comida al año para terminar por completo con el hambre en América; y sin embargo claramente existe una abundancia de comida comestible y recuperable que se desecha.
Para recuperar esta comida comestible y usarla para alimentar a la gente deben combinarse tres elementos importantes. Primero, la comida debe ser recolectada. Segundo, debe ser preparada de forma apropiada para su consumo. Tercero, las personas que la necesitan deben tener acceso fácil a ella.
La razón por la cual esto no sucede no es accidental. No tenemos derecho a opinar democráticamente sobre cómo se produce la comida o cómo se distribuye. Es verdad que las personas podrían elegir qué comer, pero en economías jerárquicas, la amenaza de pérdida de trabajos les permite a los patrones mantener los sueldos bajos. Las clase sociales más bajas, son el resultado de políticas que promueven la dominación y la violencia. En nuestra sociedad, es aceptable obtener ganancias a costa del sufrimiento y la miseria de otros.
En la actualidad, de acuerdo a la Escuela de Salud Pública de Harvard, las personas que viven debajo de la línea de pobreza (menos de $9,069 en ingresos anuales para una familia de tres) pasan hambre por lo menos una vez por mes y más de 30 millones de personas pasan hambre de manera regular. Increíblemente, menos del 15% de estas personas son indigentes. Es más, la explosión de hambre ha dejado atrás la habilidad de los programas existentes tanto gubernamentales como privados para satisfacer esta crucial necesidad.
Muchos no comprenden que los datos demográficos de “los que pasan hambre” han cambiado dramáticamente. Durante la última década, ellos se han vuelto:
Claramente, la mayoría de las personas que pasan hambre actualmente no es la imagen estereotipada de la persona de la calle que los medios de comunicación presentan. Las personas que pasan hambre son niños, los padres solteros (principalmente mujeres), el trabajador pobre, el desempleado, el anciano, el crónicamente enfermo, y aquellos con un ingreso fijo (como los veteranos y gente con diferentes disabilidades físicas y mentales) Todas estas personas se encuentran en las garras de la pobreza opresiva e igual intentan mejorar su condición.
Además del recojo y distribución de comida sobrante ayudan a resolver estos problemas, Comida, No Bombas promueve el vegetarianismo. Si más gente fuera vegetariana y exigiera comida local producida orgánicamente, eso promovería prácticas de cultivo orgánicas y apoyo para las granjas más pequeñas. Esto haría más fácil la descentralización de los medios de producción de comida y crearía un control democrático sobre la calidad de comida producida y el control de la tierra. Se puede alimentar a más personas con el producto de un acre de tierra con una dieta vegetariana que con una dieta basada en carne. La tendencia de nuestra sociedad a seguir una dieta cárnica permite la existencia de grandes negocios agrícolas que dependen de fertilizantes químicos y pesticidas, resultando esto en la pérdida del valor nutricional de la comida producida y la destrucción del medio ambiente. Toda la carne producida en serie en este país está llena de químicos, drogas, refuerzos y preservantes, y toda la leche está contaminada con substancias radiactivas. El vegetarianismo sería lo mejor para el ambiente, consumiría menos recursos y sería más saludable para nosotros.
Mientras nosotros animamos a la gente a conocer el vegetarianismo por razones políticas y económicas, esta política también tiene varios beneficios inmediatos. Se reducen los problemas relacionados a la comida que se estropea al tratar estrictamente con verduras y la gente tiende a optar por una dieta más saludable cuando aprenden más sobre el vegetarianismo. Asimismo, instruir a las personas sobre los beneficios para la salud de una dieta vegetariana crea un conjunto de actitudes saludables y positivas hacia nosotros, los otros y el planeta. Por consiguiente, toda la comida que preparamos es estrictamente en base a verduras, es decir, ningún tipo de carne, leche o huevos. El público conoce y confía que esta norma de Comida, No Bombas se cumple cada vez que vienen a nuestra mesa.
Se requerirá imaginación y trabajo para crear un mundo sin bombas. Comida, No Bombas reconoce nuestra parte en esta labor alentando a las personas en las demostraciones y eventos para que puedan continuar participando en la batalla a largo plazo contra el militarismo. También lo hacemos llevando nuestro mensaje a otros movimientos progresistas que son parte de nuestra misión. Asistimos a los eventos de otras organizaciones y apoyamos la cooperación mutua siempre que sea posible. Trabajamos para luchar contra la perspectiva de la escasez que causa que muchas personas teman la cooperación entre los grupos. A veces creen que deben mantenerse apartados para preservar sus recursos, y por eso tratamos de animar los sentimientos de abundancia y el lema de que si trabajamos juntos, todos nos haremos más fuertes.
Estar en el centro de la acción con nuestra comida es parte de nuestra visión. A veces organizamos el evento; y otras veces proporcionamos la comida para los eventos de otras organizaciones. Proveer comida para más de un día es más que sólo una buena idea. Es una necesidad. O buscamos comida fuera del contexto de nuestra organización o nos auto proveemos. Claramente, la posición de Comida. No Bombas es que proveer para satisfacer nuestras propias necesidades básicas, de manera que comprensivamente otros apoyen al movimiento, es lo que más nos fortalece. Hemos proporcionado comida en acciones directas a largo plazo como el Campamento de la Paz Anual patrocinado por la Prueba de la Paz Americana en el Área de Pruebas de Armas Nucleares en Nevada, San Francisco, Boston, Nueva York y Washington, D.C. y hemos alimentado regularmente a indigentes en áreas muy conocidas a lo largo del país.
Durante 1980 un grupo de amigos que participaban activamente en protestas
contra el Proyecto de Poder Nuclear de Seabrook estaban investigando la
manera de conectar los problemas del poder nuclear y el militarismo. Uno de
nuestras muchas actividades era rociar pintura con lemas antinucleares y
anti-bélicos en edificios públicos y veredas usando esténciles. Uno de
nuestros lemas favoritos era: DINERO PARA COMIDA NO PARA BOMBAS en la
vereda de la tienda de comestibles existente en nuestro vecindario. Una
noche, después de una jornada de activismo, tuvimos la inspiración de usar
el eslogan Comida, No Bombas como nuestro nombre. Teniendo un eslogan el
mensaje de nuestro grupo sería claro y repitiéndolo una y otra y otra vez
en los medios estaríamos haciendo llegar el concepto político de comida y
no bombas al público. No tendríamos que hacer proselitismo porque nuestro
nombre lo diría todo. Cuando nosotros llegáramos con la comida, la gente
diría Mira, aquí viene la Comida, no las Bombas.
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